Programa de historia de las ideas políticas en Chile

Ana María Stuven en Revista Ya: Las primeras páginas del sello femenino chileno

May 16, 2017paulaNoticias0

Lanzamiento libro "Debates republicanos en Chile. Siglo XIX"Hace 100 años, entre retratos de distinguidas señoras y elegantes bocetos de moda, apareció esta publicación dedicada a la mujer. Causó revuelo y pavimentó una nueva forma de acercarse al mundo femenino.

Corría enero de 1917 cuando una nueva revista para mujeres empezó a circular en Santiago: “La Silueta”. Se presentaba en su colofón como una “revista social de arte, elegancia, modas y literatura femenina. Su primer número abría con un editorialque era una declaración de intenciones. En el contexto de que “lo verdadero, o indudable ya, es que la mujer ha llegado a ocupar en la vida el papel que acaso le corresponde”, la revista “aspira a ser el exponente de la cultura femenina”, por lo que invitaba a las lectoras a enviar sus textos. La nota firmada por la dirección prometía: “La Silueta va a mostraros lo que puede y lo que hace la mujer chilena”.Ya en las primeras páginas dedicadas a la crónica social, se aprecia un rasgo que será característico de la revista: incorpora las secciones que hasta hoy son típicas de las publicaciones femeninas, pero con un tono crítico.  Así, por ejemplo, la cronista Gypsi partía manifestando su enojo porque le han encargado escribir sobre la vida social, noticias que califica de “algo rancias”, porque las fiestas sociales “no resultarían una novedad para nadie, ya que se publican en todos los diarios”. En el número de febrero, la crónica social firmada por Kismet afirma que “la vida viñamarina resulta muy llena y muy vacía. Por eso algunos se encargan de colmarla con placenteros comentarios acerca de los veraneantes y de cómo exageran la moda algunas damas”. En las páginas de belleza de la edición de junio, Mercedes de la Peña califica a “los cosméticos, las pinturas y los afeites” de “verdugos de la necesaria y justa aspiración femenil” de cuidar su apariencia, advirtiendo a las lectoras sobre los compuestos químicos contenidos en “esos menjurges” (sic) de pomos dorados: “estas materias tóxicas y corrosivas serán los sepultureros de nuestra lozanía”.

Mujeres letradas

La Silueta es parte de una seguidilla de publicaciones creadas por y para mujeres, a partir del creciente acceso a la educación experimentado por las chilenas a partir de la segunda mitad del siglo XIX, en que la promulgación del Decreto Amunátegui en 1877 fue primordial. Además de favorecer el acceso a la universidad, derivó en la aparición de liceos públicos femeninos. Las nuevas generaciones de mujeres ilustradas no se sentían reflejadas por la opinión pública dominante, que las seguía relegando al rol de madres y esposas, sin pensamiento ni voz. De ahí que para difundir las ideas y el quehacer femenino empezaron a surgir medios escritos como “La Brisa de Chile” (1875) y “La Mujer” (1877), a cargo de Rosario Orrego y Lucrecia Undurraga, respectivamente. Estos medios fueron precursores de un periodismo femenino autodidacta, que mezclaba lo informativo con lo literario. Estas publicaciones, además de las inquietudes intelectuales, abordaron asuntos prácticos como los derechos laborales de las mujeres que se empezaban a incorporar al trabajo. Generalmente se trataba de medios de corta vida y una circulación restringida. En el caso de La Silueta, fue un medio establecido, con impresión en color y papel satinado, una gestión comercial que captó avisadores (los mismos de los medios tradicionales) y duró 14 ediciones mensuales. Corresponde a una etapa más evolucionada del periodismo femenino chileno, como observa el decano de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales, Manuel Vicuña:-Silueta forma parte de una camada de revistas creadas en la década de 1910, dirigidas a un público de élite, que dan cabida a las mujeres representantes de una veta del feminismo local, que apuesta a reducir la brecha cultural entre hombres y mujeres. Esas revistas incluso les conceden las portadas a las “damas de la buena sociedad”, como se decía entonces, conformando una “galería de damas ilustres”. En otras palabras, convierten a algunas mujeres en personajes públicos y les ofrecen un escenario mediático para ejercer una “toma de palabra” en temas relacionados con la condición femenina, a la larga no solo de los sectores altos. La historiadora Ana María Stuven explica que estas revistas corresponden a mujeres de élite, que “creen que uniéndose en torno a círculos de lectura (que se fundaron emulando los ingleses), al ideal de las tertulias, ellas van a lograr mejorar su condición cultural”. -El feminismo de la revista Silueta está anclado en reivindicar los derechos de la mujer, pero desde la valoración de sus roles tradicionales, no de la igualdad respecto de los derechos masculinos. Por una parte defiende que la mujer sea valorada, y por otra critica a las que están tomando posturas más radicales.

De Silueta a magazine

La Silueta tenía como propietario y director a Ángel Bonfratello, empresario dueño de una tienda de modas ubicada en la céntrica calle Ahumada, que además servía de domicilio oficial para la revista. Él mismo se encargaba de escribir las páginas de moda, inspiradas en las tendencias parisinas. Pero según Ana María Stuven, “esta era la revista del Club de Señoras, donde se reunían mujeres de élite preocupadas por el avance del feminismo”. En la práctica, el Club tenía cobertura permanente de sus actividades en las secciones habituales de La Silueta. La revista contaba con un equipo de colaboradoras que incluía destacadas escritoras e intelectuales como Inés Echeverría de Larraín (Iris), Elvira Santa Cruz y Ossa (Roxane), Amanda Labarca y Lucila Godoy, quien publicó sus primeros poemas como Gabriela Mistral. Como sería práctica habitual del periodismo femenino, incluso avanzado el siglo XX, las autoras firmaban con un alias cuando se trataba de notas más polémicas.  En febrero de 1917 publicó el artículo “Cómo se formó el Club de Señoras”, que Iris calificaba de “¡un lugar donde se piensa en alta voz! Es un paraíso reconquistado”. Pero también aludía a dos diarios contrarios al Club, en particular a La Unión, del cual dijo: “no entra en casa, sino en calidad de envoltorio de paquetes de menor cuantía”. El periódico reaccionó con un artículo que “era una gratuita ofensa a nuestras damas”, según calificaba una airada carta de dos páginas publicada en la edición de abril de La Silueta, y que firmaba “una lectora”, que también advierte que Zig-Zag, sin hacer una alusión directa a la revista, buscaba ridiculizarla. El principal semanario nacional de la época se convertiría en una suerte de enemigo de la publicación femenina, aunque sus alusiones a La Silueta eran en tono irónico. El 12 de mayo de 1917, por ejemplo, en la sección “Lo que vemos y oímos” la califica de “una revistilla de modas (…) se imagina que con su estupenda circulación de 15 ejemplares no va a quedar títere con cabeza”. En medio de la polémica, la tienda de Ángel Bonfratello quebró y no siguió financiando la revista, que a partir de mayo pasó a llamarse Silueta Magazine. Se formó una nueva empresa, propiedad del dentista A. Jaime González, quien era avisador habitual. Asumió como director Tomás Gatica Martínez, escritor que provenía de Zig-Zag, con la cual siguió una controversia durante meses. El semanario hacía chistes con el que denominaba “ángel rebelde y cursilón” y una de sus novelas, “La cachetona”, a la que llamaban “La cachetina”, además de insinuar que su salida de la revista no había sido en los términos de tragedia teatral que Gatica señalaba. El aludido respondía con airadas columnas, hasta que decidieron cambiar el tono. Incluso imitaron la página de humor “Indiscreciones telefónicas” de Zig-Zag, donde se referían al semanario como “la Zigzaña”.Silueta Magazine creció como empresa y captó un creciente número de avisadores: después de la portada, venían hasta 17 páginas de publicidad antes de iniciar los contenidos de la revista. En septiembre se anunciaba que en 1918 sería “quincenal y más grande”. Se cambiaron a una nueva casa, en la calle Monjitas, donde además de sus oficinas se instaló una galería de arte. También se empezó a publicitar el lanzamiento del jabón de tocador de marca Silueta, denominación que adoptó la publicación a contar de su edición de enero de 1918, que sería la penúltima.

 Menos moda y más letras

“Si se quiere que la mujer se preocupe menos de la moda y más de la vida, es indispensable que se le conceda el más amplio derecho para aprender”, afirmaba uno de los artículos de la edición de julio de 1917. Si bien con la llegada de Tomás Gatica a la dirección Silueta fue evolucionando para convertirse en una publicación cultural (se incorporaron crítica teatral y literaria, ensayos de actualidad y personajes), en paralelo se mantuvo la línea feminista. Las portadas con retratos de señoras de alta sociedad pasaron a ser ilustraciones. Se redujo la vida social a una página gráfica, denominada “Mundo aristocrático”, sin embargo en las últimas ediciones volvió la crónica, aunque en tono tradicional. La crítica se trasladó a las páginas de moda, que en reemplazo de Bonfratello asumieron Musmé y luego Carlos Martínez. La primera invitaba a no desesperarse en querer imitar a las mujeres más jóvenes, mostrando tenidas que también “sirven para las gruesas”. En la página de Correspondencia, donde se pedían consejos domésticos y de belleza, la encargada Sosie se quejaba:-Son tantas las cartas que recibo pidiéndome remedios para adelgazar que llego a convencerme de que esta idea es ya una verdadera obseción (sic) en nuestra sociedad. Reseta (sic): suba ud. todas las mañanas hasta la cumbre del San Cristóbal y no coma nada. Este método es infalible (…) ¡Qué majadería esta de querer adelgazarse!En junio de 1917 debutó la sección “Feminismo/ Lo que dicen ellas”, donde se pedían opiniones a “distinguidas señoras del alto mundo social”. Solo duraría dos ediciones, después que se hizo la versión “Feminismo / Lo que dicen ellos”, donde el Marqués de Dosfuentes sentenciaba: “la invasión por la mujer en las esferas privativas del hombre es una cosa contra la naturaleza”. A la página de cocina, donde se enseñaba a preparar desde huevos revueltos y cazuelas de gallina hasta perfumes caseros, se sumó “El arte del hogar”, sobre cómo hacer manteles, encajes y cojines. En los últimos números aparecerían artículos como “La perfecta soltera”, con consejos para “cuando han pasado los años en que nuestros encantos no son cotizables en la rueda de las especulaciones amorosas”. En “El flirt” se reivindicaba el derecho a tener aventuras amorosas: “una hija de Eva podrá ignorar el arte de preparar croquetas; pero no desconocerá nunca la ciencia del flirteo”.Silueta apareció por vez final en febrero de 1918. La edición número 14 no entregaba ninguna señal de que sería la última: ni siquiera se suspendía el concurso del reloj de oro que se sorteaba desde septiembre.El fin de la revista coincide con un cambio de etapa en la lucha por las reivindicaciones femeninas locales. Para el decano de Ciencias Sociales de la UDP, Manuel Vicuña, este tipo de publicaciones dejó un legado: -Esta forma de protagonismo potenciará la lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres, que adquieren fuerza decisiva en los años veinte.La historiadora Ana María Stuven agrega que en la década siguiente las mujeres se organizarán en partidos políticos, pero su objetivo central todavía no será el derecho a voto:-Les interesa controlar su patrimonio, la educación de sus hijos, decidir respecto de su herencia. El mundo político no les interesa porque es un mundo masculino donde no creen que vayan a obtener gran cosa, que los hombres las vayan a representar bien a ellas. Solo avanzada la década del 20 encontramos mujeres sufragistas. Las nuevas generaciones de mujeres ilustradas no se sentían reflejadas por la prensa, por lo que generaron sus propios medios.

La revista se enfrentó a medios tradicionales, a los que incluso llegó a disputarles avisaje.

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